Novedades del CEEMPA

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿De dónde venimos?

       Después de cierto tiempo (en algunos casos, varios años, en otros, algunos meses) de cursar en la EMPA, conocerla y aprender a quererla, ocurrió que nos empezamos a encontrar un grupo de compañeros con ideas coincidentes, proyectos que podíamos encarar en conjunto y críticas compartidas respecto a nuestra realidad, el papel del Estado, el rol del gobierno y el desempeño del Centro de Estudiantes. 

       Nos encontramos con una Escuela que supo revolucionar la cultura popular de nuestro país y nuestra región y que, hoy por hoy, se ha perdido en una suerte de caos interno, abandono externo y desidia generalizada. O, al menos, esta es una idea que, a pesar de los docentes y no docentes que le ponen el lomo todos los días, los miembros de la cooperadora que trabajan sin ningún interés personal, al igual que los compañeros del búnker; a pesar de todos estos esfuerzos, la idea del caos y el colapso termina angustiándonos y frenando nuestros ocasionales intentos por sacar la cabeza y disponernos a trabajar con creatividad por la escuela que queremos. Incluso llegamos a perder de vista la enorme calidad de nuestra producción, nuestros docentes y nuestra propuesta pedagógica, que, a pesar de todo, sigue siendo valorada aún fuera de nuestro país y en los lugares más recónditos de la Argentina profunda. Así, nos resulta más seguro (y mucho más doloroso a la vez) pensar que “con la EMPA ya no podemos hacer nada; es un desastre” y que el CEEMPA está para cortar la calle y hacer un festival cada muerte de obispo.

       Creemos que es posible una escuela distinta y la vamos a construir con un centro de estudiantes distinto, que plantee con sinceridad, compromiso y amor un proyecto político-cultural para la escuela que esté acorde con el lugar que exigimos al Estado y que, a pesar de lo que pueda creer algún funcionario, nos merecemos. Un proyecto acorde a la calidad humana y artística de cada uno de los que damos vida a la escuela, desde el más antiguo de los docentes hasta el más ingresante de los estudiantes. Un proyecto que permita que el ingreso irrestricto sea realmente un acto de justicia y no una bomba de tiempo destinada a colapsar una institución de primera línea. Creemos en un centro de estudiantes que articule la diversidad de recursos humanos y artísticos de que dispone la escuela con todo un mundo de recursos humanos, comunitarios y estatales que se ha construido a nuestro alrededor. Porque también creemos que desde hace mucho tiempo, en una historia que se remonta a los más profundo de nuestra Argentina sumergida y, especialmente, en los últimos 8 años, el campo nacional y popular (al cual pertenecemos por ser una escuela de música popular) ha tenido un crecimiento y maduración muy importantes. No estamos hablando sólo de un gobierno, que con todos sus logros indiscutibles mantiene con la EMPA una relación cuestionable, al igual que otras tantas cosas que falta hacer; estamos hablando de procesos políticos y culturales asociados a ese gobierno y que lo superan o que constituyen su base. Existen, hoy por hoy, centros culturales con los cuales generar una red de difusión de nuestro trabajo. Existen proyectos de educación popular con los cuales intercambiar experiencia. Existe una Ley de Medios que nos abre la posibilidad de gestionar una radio para la EMPA. Existen 9 universidades nacionales nuevas (5 en el conurbano) con las cuales intercambiar recursos y propuestas. Existe una pujante comunidad de Avellaneda (cuya población ha crecido por primera vez en 10 años) para la cual, desgraciadamente, todavía no existimos más que como “los pibes del PH que cortan la calle”.

       Todos estos recursos los tenemos que utilizar para crecer como escuela, como comunidad. Un Centro de Estudiantes tiene que articular una red cultural que permita que los músicos de la escuela puedan tocar, darse a conocer e, incluso, grabar. El Centro de Estudiantes tiene que tomar a su cargo la oportunidad histórica de gestionar una radio para la EMPA.  Un Centro de Estudiantes tiene que estar en condiciones de informar acerca de las cuestiones legales que hacen a nuestra práctica como músicos (¿alguna vez oímos hablar en la EMPA de la UMI o la Ley de Músicos?). Un Centro de Estudiantes tiene que organizar clínicas en la escuela, talleres abiertos a la comunidad, festivales en diferentes lugares y con asiduidad. Un Centro de Estudiantes tiene que apoyar a los ensambles de la escuela, las orquestas e, incluso, los grupos de práctica de conjunto, para que puedan ser oídos. Y, sobre todo, el Centro de Estudiantes que queremos es un Centro que trabaje desde la diversidad y con la imaginación y creatividad que necesita nuestra Escuela para garantizar el bienestar de sus estudiantes, renovar y apoyar la propuesta artística y ocupar el lugar que nos corresponde en el proyecto nacional, popular y latinoamericano, volver a ser la mejor escuela de Latinoamérica, la escuela de música popular, al servicio del arte y al servicio del pueblo.
       
       Por todo esto, proponemos poner manos a la obra YA!. Necesitamos manos que se sumen, con lo que puedan, para colaborar y expandir estas ideas, y que se transformen en objetivos realizables. Tiramos los primeros puntos que se nos ocurrieron empezar a trabajar: